En 1997, el guionista y escritor neocelandés Andrew Niccol hizo una de las mejores películas de ciencia ficción de los años noventa llamada Gattaca. En ella no sólo combinó una creativa historia con diálogos sugerentes, sino que contó además con excelentes actores, un diseño de producción retro y creativa, y una dirección firme para el relato. Ésta es una película que perdurará en el tiempo por haber puesto el tema de la formación y selección de seres elegidos para que serán los mejores del mundo. No fue gratuita la nominación que obtuvo al premio Oscar por su dirección de arte. Dos años después, Niccol escribió su película más exitosa, The Truman Show, que dirigió Peter Weir, la cual logró tres nominaciones al premio Oscar y la nominación para Niccol al mejor guión original.

La idea de visionar un mundo en el que los seres humanos sólo viven 25 años y a partir de ahí en adelante deben comprar el tiempo para vivir, era muy prometedora. Pero desde la escena que detona toda la acción, la obra se vuelve en primera instancia poco verosímil y posteriormente, risible.

No se puede comparar la calidad de actuación de Ethan Hawke y Jude Law con la de Justin Timberlake y Matt Bomer, ni tampoco en la calidad de escritura de los personajes. Por su parte, el papel de investigador que hizo Loren Dean tenía mejores motivaciones y construcción dramática que el guardián obsesivo de Cillian Murphy, así éste último sea mejor actor. En cuánto a los personajes femeninos, el personaje de Uma Thurman en Gattaca tenía mejor curva de cambio que el de la actriz Amanda Seyfried. Junto con todo esto, desaprovecha de la misma manera a dos buenos actores de televisión como son Vincent Kartheiser (Mad men) y Johnny Galecki (The big bang theory).
En esta cinta, la estética tuvo prioridad por encima de la historia y terminó fracasando en ese intento. En la gran mayoría de escenas en exteriores, parecía más la obra de un fotógrafo retro que de un director que había mostrado un perfil de autor dentro del género de la ciencia ficción . Dos escenas que dan muestra de ello: la muerte de la mamá y la salvación de la amada. En medio de la nada, ellas corren y hacen saltos para tratar de salvarse. La madre muere en los brazos del protagonista, en cambio la nueva mujer se salva. In time es también un barato psicoanálisis de saltos y de reemplazos. Se merece un parodia que se burle de ella, porque ha dado una gran oportunidad para que esto suceda.
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