
Hasta ahí la película no ofrece nada nuevo y en propuesta lo único que inquieta es la teoría de que existe un grupo de gente que se vuelve invisible para los demás, porque su baja autoestima los va convirtiendo en etéreos. Parecía sólo una película española tratando de hacer terror como las flojas películas norteamericanas de estudio.

La desequilibrada relación iniciada en el encierro de Julia e Iván, va en un crescendo dramático con pulso firme en su manejo del tiempo. Antes de la revelación de la identidad, el encuadre de la cámara no había mostrado con anterioridad la cara de Iván, ni siquiera al espectador, así que su tranquila y aparente dulce voz que propone momentos de anti clímax, después irrumpe con una gran fuerza cuando es revelado el rostro de este personaje y empieza el carrusel enfermizo de persecución del aparente invisible contra la aparente ciega.
En su mejor momento hay un enlace del guión que por querer hilar todos los personajes con las acciones, arruina la persecución, al correr la cortina de quien es la madre abandonada por Iván. Por otro lado, el epílogo de la obra tiene una carga poética conmovedora pero incompleta, ya que debido a la endeble construcción de la relación entre Isaac y Julia no logra entrar con la toda la emotividad que podía hacer un mejor cierre.
Podría ser que los guionistas de Los ojos de Julia, el mismo Guillém Morales y Oriol Paulo, no hayan tenido ningún interés político en su temática de la dependencia, pero una lectura un poco más retorcida podría arriesgarse a decir que esta película es una alegoría acerca del manejo político de gobernantes que enceguecen a sus pueblos, para luego en su momento más oscuro ofrecerles la mano para ayudarlos. Su verdadero objetivo es aprovecharse de ellos y mentirles acerca del mundo que existe alrededor, porque como no pueden verlo solo se conforman con la información que cuenta la voz manipuladora del gobernante. De esta manera actuaba Iván con sus víctimas. Podría ser esta una lectura más. Pero para teorías retorcidas del enceguecimiento, siempre se podrá tener al escritor argentino Ernesto Sábato con su Informe sobre ciegos.