Cuando trabajaba en una empresa de producción audiovisual tuve un amigo que era reconocido por su tacañería. Aunque ganaba un sueldo medio, vivía todavía con los papás. Nos decía a todos que pagaba los servicios en la casa pero pudimos comprobar que no era cierto. Solo pagaba la televisión por cable que veían en el único televisor que tenían sus padres y que él acaparaba por completo. Los papás tenían que ver obligatoriamente lo que él, el primogénito, veía cuando estaba en la casa. Servía whisky con soda cuando cumplía años, pero no para atenuar el sabor sino para hacerlo rendir y que no se gastara tanto. Mucho hielo era parte de sus costumbres.
Iba siempre a pie de la casa al trabajo para no pagar bus y no fallaba en tomar las tres comidas donde sus padres. Era difícil verlo comer algo fuera. Pero en la misma oficina le apareció otro compañero, casado además, es decir doble tacaño, que le ganó en las minucias para el ahorro. Tenía un carro y en él traía a algunos vecinos que también trabajaban en el inmenso lugar. Claro que le cobraba a sus compañeros cada de viaje de ida y vuelta. Con el dinero reunido que pagaba el parqueadero mensual y la gasolina. Si no hiciera esto, no traería el carro al trabajo y se vendría a pie también, porque si se venía en bus las cuentas le salían más altas.
Ir con todos los compañeros para almorzar en la oficina era un espectáculo digno de ser referido y registrado. Se hacía solamente cuando alguno cumplía años. El primero de ellos era un profesional en administrar la propina. Por poner un ejemplo, cuando había más de 15 personas en la mesa, la prestación del servicio para el mesero era mucho más desgastante que para una mesa de 3 o 4 comensales. Pero mi amigo decía que una propina de más de diez mil pesos era demasiado para dar. Así que la reducía a su mínima expresión de cinco mil pesos, ante la objeción de varios de nosotros. Por supuesto para llegar a esa mínima cifra no ponía ni uno solo billete de parte de él a pesar de la inconformidad expresada de los que rodeábamos la mesa.
Pero el caso del otro compañero era aun más patético. En esos almuerzos siempre pedía el plato de menor precio y solo tomaba la bebida con el plato, nunca antes, porque tendría que pagar dos de ellas. Y mucho menos pedía un postre o algo que se le pareciera. Terminaba muy feliz comiéndose la menta que traían con la cuenta y aquellas mentas que dejábamos los que no queríamos, las tomaba para llevárselas a su hijo como regalo. Que buen padre. Al momento de pagar, solo ponía lo que él había pedido, no daba un peso más. En su estructura de raciocinio no cabía la posibilidad de que se pagara entre todos por cuentas iguales. Eso si, cuando era el día de su almuerzo de celebración, pedía el plato más caro posible para que entre todos pagáramos lo que él ordenó. Muy conveniente. Por esa razón, nunca más se le invitó a ningún almuerzo, ni cena, ni siquiera una empanada con Kola Hipinto. No le importaba tampoco, al fin y al cabo, era dinero que se ahorraba.
Iba siempre a pie de la casa al trabajo para no pagar bus y no fallaba en tomar las tres comidas donde sus padres. Era difícil verlo comer algo fuera. Pero en la misma oficina le apareció otro compañero, casado además, es decir doble tacaño, que le ganó en las minucias para el ahorro. Tenía un carro y en él traía a algunos vecinos que también trabajaban en el inmenso lugar. Claro que le cobraba a sus compañeros cada de viaje de ida y vuelta. Con el dinero reunido que pagaba el parqueadero mensual y la gasolina. Si no hiciera esto, no traería el carro al trabajo y se vendría a pie también, porque si se venía en bus las cuentas le salían más altas.
Ir con todos los compañeros para almorzar en la oficina era un espectáculo digno de ser referido y registrado. Se hacía solamente cuando alguno cumplía años. El primero de ellos era un profesional en administrar la propina. Por poner un ejemplo, cuando había más de 15 personas en la mesa, la prestación del servicio para el mesero era mucho más desgastante que para una mesa de 3 o 4 comensales. Pero mi amigo decía que una propina de más de diez mil pesos era demasiado para dar. Así que la reducía a su mínima expresión de cinco mil pesos, ante la objeción de varios de nosotros. Por supuesto para llegar a esa mínima cifra no ponía ni uno solo billete de parte de él a pesar de la inconformidad expresada de los que rodeábamos la mesa.
Pero el caso del otro compañero era aun más patético. En esos almuerzos siempre pedía el plato de menor precio y solo tomaba la bebida con el plato, nunca antes, porque tendría que pagar dos de ellas. Y mucho menos pedía un postre o algo que se le pareciera. Terminaba muy feliz comiéndose la menta que traían con la cuenta y aquellas mentas que dejábamos los que no queríamos, las tomaba para llevárselas a su hijo como regalo. Que buen padre. Al momento de pagar, solo ponía lo que él había pedido, no daba un peso más. En su estructura de raciocinio no cabía la posibilidad de que se pagara entre todos por cuentas iguales. Eso si, cuando era el día de su almuerzo de celebración, pedía el plato más caro posible para que entre todos pagáramos lo que él ordenó. Muy conveniente. Por esa razón, nunca más se le invitó a ningún almuerzo, ni cena, ni siquiera una empanada con Kola Hipinto. No le importaba tampoco, al fin y al cabo, era dinero que se ahorraba.
Recuerdo que mi padre llamaba a sus amigos tacaños como “centaveros”. Se lo decía a ellos de manera fuerte, para que les resonara un poco, pero sabía bien que los tacaños son a prueba de palabras. Les pueden decir lo que se quiera, pero ellos no aflojarán nunca un peso y sus bolsillos permanecerán como si estuvieran cosidos. Es el aporte al mundo de la moda en cuanto a pantalones se refiere que impusieron los tacaños.


García tiene una gran cantidad de elementos dignos de señalar positivamente. En primer lugar, sus actores se convierten en los personajes que interpretan alejando cualquier referencia de registros anteriores. El mexicano Damián Alcázar quien interpreta a García el protagonista, es una vez más un personaje colombiano con credibilidad por encima de su entonación mexicana después de haber interpretado a Eliseo (Campo Elías Delgado) en Satanás de Andy Baiz, con lo que demuestra que es uno de los mejores actores hispanoamericanos y posiblemente el de mayor perfil internacional aunque las mujeres sigan prefiriendo a Gael García Bernal. La contención del carácter de García y su sufrimiento silencioso logran conmover. Margarita Rosa de Francisco, es Amalia la esposa de García, representa un papel distinto a los que ha hecho con anterioridad y su desprecio por la vida que comparte con García queda muy bien retratado, incluso solo con miradas y acciones sin necesidad de tantos diálogos.
Se convierte en la antagonista, sin exageraciones, ni frases de cajón. Fabio Restrepo es Gómez, el vigilante que acompaña a García en la búsqueda de su esposa, es quien lleva a cuestas las situaciones de comedia de la película, con el folklorismo que suele marcar a varios personajes colombianos en la gran mayoría de películas, pero que en esta en particular fue más que oportuno porque hacia el final de la obra cuando narrativamente se desgasta un poco, es quien logra hacer las escenas de comedia que adornan el relato.

Lo mejor es lo de la menta. las peleas que uno tenía por la menta. Cunado perfectamente podía uno irse al Ley y comprarse un paquete!!!
ResponderEliminarUno de los personajes referidos en la historia inicial, usted lo conoce bien Federico. Era su compañero de aventuras en el programa radial de "Los sospechosos de siempre" donde fuimos censurados y sacados del aire. En esa época tenía un afiche en su cuarto del personaje Don Máximo Tacaño de Condorito.
ResponderEliminarhay una categoria muy fuerte y muy cagada para mi, que me parece es la peor y es los que caen en la llamada "Autoflajelacion" que consiste en "infringirse dolor a uno mismo" por tacaños.
ResponderEliminarPor ejemplos comer maluco asi le caiga mal, tomar trago barato sin importar el guayabo que le de, viajar barato e incomodo por ahorrarse unos chavos, etc..
Asi condeno a los que recurrren a esta autoflajelacion y hago una llamado para una cruzada en contra de estos habitos