
Este encuentro es una de las tantas grandezas que brinda la naturaleza para admirar. En la leve danza que hace la ballena alrededor del humano, se puede percibir que en el mundo animal de las inmensas aguas oceánicas hay espacio para los que se acerquen a ella, porque hay espacio para la convivencia. Pero desafortunadamente, el hombre es quien rompe ese equilibrio natural y quien no puede integrarse a la naturaleza. El buzo estará cerca a la ballena en esa escena y en la siguiente continuará la compañía, cuando nade junto a un inmenso tiburón. Hasta ahí van los fragmentos de belleza del hombre en el agua, porque el resto de la obra, es para que los animales marinos, submarinos y anfibios, se desplacen en sus espacios naturales.

Océanos no solamente ofrece el reconocimiento de los animales más famosos, sino también de algunos que no habían tenido tanta cámara en documentales de vida animal. Por medio de su montaje se establece una comunicación constante entre los ecosistemas de todos los rincones del planeta, en los que las palabras con que los denominamos los humanos no son tan importantes, y los territorios se marcan de acuerdo a las necesidades alimenticias que satisfacen únicamente el hambre momentánea de los depredadores. Los sonidos son parte clave para el cambio de latitud y de acción, porque emergen y sumergen al espectador en la diversidad de los cosmos que existen bajo el gran azul. La narración en off es escasa y sus textos son contundentes. Aunque las imágenes y sonidos sean suficientemente impactantes, esta voz nos comunica un llamado para acabar con la terquedad y la sordera de la raza humana.

Este es su tercer documental que ha tenido una mayor difusión, pero también unas cualidades técnicas únicas porque han utilizado lentes con los que han podido seguir diminutos animales y también peligrosos depredadores, para que el mundo pueda sensibilizarse más acerca del ambiente que tiene compartido y que continúa hoy en día arruinando así ahora exista una mayor conciencia ecológica. Su discurso de preservación es inevitable, las escenas del mar envenenado son necesarias y el silencio por el exceso de animales cazados, avergüenzan y sonrojan a un espectador, que lamenta ver como tanta belleza puede ser arruinada.
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