Inglaterra, un país acostumbrado a grandes guerras y batallas a lo largo de más de 20 siglos, muchas de ellas provocadas por ellos mismos al invadir a otros países cuando fueron la aplastante potencia número uno del siglo XIX, otras tantas incitadas por sus numerosos enemigos, algunas merecidas, ha tenido momentos gloriosos y victoriosos en ese largo camino de enfrentamientos por todo el globo terráqueo. Pero en algunas ocasiones, por encima de sus cañones, barcos y uniformes, lo que más ha quedado en el recuerdo de la historia han sido los intensos discursos de sus líderes que tanto ánimo dieron en esos momentos de contienda.
Uno de ellos fue el dado por Enrique V en la batalla de Agincourt en 1415 que inmortalizó William Shakespeare en la obra que lleva el mismo nombre del rey inglés. Con ese discurso inspiró en el campo de batalla a 5.000 soldados que vencieron a 25.000 franceses durante La guerra de los cien años. El otro discurso, menos lejano y sin lugar a dudas el mejor de todos, fue dado por Winston Churchill en junio de 1940, acerca de la impensable rendición de Inglaterra ante el ataque alemán, en la hora más oscura que ha vivido Inglaterra en su larga historia, ante un ataque que prometía la devastación total de la isla. Estos dos discursos inspiraron a los soldados y también a los civiles en el caso de Churchill, que los avocó al más grande sacrificio por defender su tierra. Acerca de las palabras adecuadas en el momento más preciado, trata la película inglesa El discurso del rey nominada estos días al premio Oscar de la Academia como mejor película además de otras nueve nominaciones. El logro del rey Jorge VI al vencer su tartamudez para dar el discurso de aliento a su pueblo cuando le declaró la guerra a Alemania por invadir a Polonia en septiembre de 1939, es muy pequeño comparado con lo obtenido por Churchill y Enrique V, pero la película no narra ningún acontecimiento de la guerra más cruenta de la que haya tenido noticia la humanidad, sino que es un relato intimista acerca de cómo un hombre de la más alta estirpe por una jugarreta del destino causado por el romanticismo de su hermano mayor, recibe la corona de rey y debe enfrentar sus mayores temores, para dar un discurso que inspire a su nación a luchar incansablemente.
Esta es una película hecha para ennoblecer la figura de los monarcas que tanto ha sostenido Inglaterra a pesar de los grandes cambios políticos, con tal de tener en la cima y también en las murmuraciones, a la familia real más famosa de todo occidente del planeta. Y la película cumple con su cometido de ser un relato que humaniza, es decir, muestra las debilidades de un hombre que no había sido designado para ser rey, pero que llega a este cargo en el momento más difícil para su nación, y ante la cual debe responder con la entereza y claridad de unas palabras que demuestren la grandeza de su posición. Su tartamudez es su mayor enemigo y para llevar a cabo esta lucha personal, su esposa Elizabeth (Helena Bonham Carter) obtiene los servicios de un ortodoxo terapeuta australiano para ayudarlo. El discurso del rey tiene un gran cúmulo de cualidades, como su guión que se enriquece con sus refinados diálogos, las actuaciones de Colin Firth y Geoffrey Rush en un entrañable duelo de clases sociales y nacionalidades que se convierte por los constantes roces en una entrañable amistad, la ambientación de los años treinta del siglo pasado con su vestuario, maquillaje y arte, aunque esto más que una cualidad era una obligación, y en especial los momentos de tensión que se transmiten con los silencios y titubeos del nuevo rey, que le dan mayor emoción a la superación del defecto que tiene este monarca.
Las nominaciones que han tenido en los diversos festivales son justas, en especial la de Colin Firth, un actor que ha demostrado su carácter para papeles secundarios, antagonistas y ahora, un protagonista a la altura de un soberano. Jorge VI no salvó a Inglaterra por este discurso, pero sí fue el representante que los ingleses esperaban oír en el momento justo para darles el coraje de iniciar el enfrentamiento a Adolfo Hitler y su máquina de guerra. Al final de cuentas El discurso del rey es una película recomendada para revivir un drama un tanto desconocido detrás de las cortinas de la corona inglesa, esta vez sin enfatizar en los escándalos. Lástima que en cuanto a interpretaciones la que realizó Timothy Spall de Churchill, es más caricaturesca, que las demás, menos mal salió pocas veces. Es bastante complicado interpretar a Winston Churchill. Si quieren ver una buena representación hay que ver al siempre magnífico Albert Finney en "The Gathering storm", película hecha en 2002 para la televisión inglesa.
Como un dato adicional, este rey, cuyo verdadero nombre era Albert Frederick Arthur George, Duque de York de la casa dinástica de Windsor, es el rey al que se refiere como "el amable rey Jorge" la sublime banda inglesa de rock Pink Floyd en la canción "When the tigers broke free". Esta canción solo fue presentada para la película The Wall de Alan Parker (quien todavía afirma que no sabe de que trataba esta película) en el año de 1982. La canción originalmente hacia parte de el álbum The Wall de 1979, pero solo la publicaron para la película en uno de los momentos claves de la obra, porque durante su entrada en pantalla, se relata la muerte del padre de Waters, llamado Eric Fletcher. Es una de las secuencias más emotivas de la obra y fue este rey Jorge VI quien envío una carta prototipo que se le llegaba a las familias cuando les informaban que su padre, hijo, hermano, tío o primo, murió en la guerra defendiendo la bandera inglesa. "El amable rey Jorge VI" solo la firmaba.
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