(Escrito el 24 de abril de 2012)
La película “Los descendientes” de
Alexander Payne no tuvo tanta aclamación en la pasada ceremonia de los Premios
Oscar porque la mayoría de premios, aplausos y focos de luz, se los llevaron
“El artista” y “Hugo”. Estas dos obras evocaban la nostalgia de un pasado
glorioso en la era del cine silente, pero “Los descendientes” iba por otro
camino más cercano a la actualidad, el de un drama contemporáneo acerca de los
vacíos en los vínculos familiares.
De todas maneras, al final de la
ceremonia el filme se llevó el merecido premio al mejor guión adaptado de la
novela original de la hawaiana Kaui Hart Hemmings. Además, tuvo otras cuatro
nominaciones en categorías como Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor
Principal y Mejor Montaje, lo cual demostró su alta calidad artística.
Detrás de toda esta obra está la mano
Alexander Payne, quien ha encontrado su propia voz narrativa en los personajes
adultos que pasan por una grave crisis emocional, y el escenario más visitado
por este director es el del matrimonio. La trama se centra en el personaje de
Matt King (George Clooney), quien tiene que enfrentarse a la tragedia de su
esposa Elizabeth porque ella ha sufrido un accidente náutico y ha quedado en
estado de coma irreversible. En medio de su tristeza, él descubre que ella
tenía un amante y a partir de esta nueva noticia, no sólo inicia una
investigación para saber la identidad de este hombre sino que también hace un
viaje interno entre sus otras dos grandes responsabilidades: el papel de padre
alejado de sus dos hijas y el de cabeza principal de un numeroso grupo de
parientes quienes están ansiosos por vender las tierras que sus antepasados les
han heredado por centurias.
“Los descendientes” es además la
oportunidad para que George Clooney brinde una de sus mejores actuaciones sin
sarcasmos ni intrigas como en sus registros habituales. Es una actuación veraz
sobre una persona que se ve obligada a enfrentar varios problemas de manera
simultánea y que no tiene más armas para responder que la fortaleza emocional.
Precisamente, estos tipos de crisis son
las favoritas de los protagonistas de Payne, las cuales ya vimos en "About Schmidt" en donde el
personaje de Jack Nicholson trataba de encontrar su identidad después de la
muerte de su esposa con quien estuvo más de cuarenta años casado. También le
sucedió a los personajes de "Entre
copas" quienes debían enfrentarse, uno, a la presión del compromiso
con una boda con su obligación de matrimonio eterno, y el otro, a confrontar la
decisión de tener una vida solitaria. La crisis matrimonial durante unas
elecciones estudiantiles escolares, fue otro elemento que se encontró en su
película "Elección" de
1999.
También esta obra presenta una galería
de personajes secundarios construidos con la hábil escritura de Alexander Payne
junto a Nat Faxon y Jim Rash. Hay que recordar que él ya había ganado un Oscar
en la misma categoría de Mejor Guión Adaptado en 2005 con “Entre copas”. Se
destacan los personajes de Alexandra (Shailene Woodley), quien es la hija mayor
y cómplice de investigación; Sid (Nick Krause), el amigo de Alexandra quien le
da humor al relato; y por último está Julie (Judy Greer), la esposa de su rival,
quien se desenvuelve con soltura y
demuestra su oficio como actriz secundaria.
Igualmente, el filme logra otro de sus
objetivos, que es cambiar la imagen de paraíso y de postal que tiene Hawaii
para el mundo. Su hermoso paisaje es sólo el marco de una historia íntima y
triste de una familia que trata de sobrellevar la nueva situación sin la figura
materna. En los años ochenta, la popular serie “Magnum”, protagonizada por Tom Selleck, le había dado la imagen a
la isla de ser un escenario de intrigas y acción, que había previamente
preparado en los setentas otra serie como “Hawaii
5-0”.
Por último, la melancólica música que
acompaña toda la obra termina de moldear más esa sensación de despedida, perdón
y reconciliación que persigue la obra en su subtexto. Recomendada sin lugar a
dudas.
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