Estaba demorado en realizarse, un inmenso homenaje en la pantalla grande al francés Georges Méliès por todos los aportes que hizo al mundo del cine. Él, como guionista, coreógrafo, diseñador de producción, director de arte, vestuarista, maquillador, productor, actor y director de sus obras, le dio al cine silente, desde su nacimiento hasta La Primera Guerra Mundial, un estilo propio que lo convirtió en el mejor de todos los realizadores hasta ese momento de la historia.
Los hermanos Lumière crearon el dispositivo para filmar, reproducir y copiar las imágenes en movimiento, pero fue Méliès quien dio el soplo de vida para llenarlo de ilusión, juego, diversión, fantasía y espectáculo.
En 2008, el escritor norteamericano Brian Selznick hizo una novela gráfica que narraba el imaginario encuentro en la estación de trenes de París, entre un niño huérfano y un anciano olvidado Méliès en la obra llamada “La invención de Hugo Cabret”. Basada en ella, la compañía GK del británico Graham King se puso en la costosa aventura de hacer la versión cinematográfica, después de haber comprado sus derechos. King tuvo un sonoro éxito con Martin Scorsese en 2006 con la película “Los Infiltrados” que ganó cuatro premios Óscar y de la mano de Scorsese junto con su fiel equipo de realización, inició esta producción que tuvo un costo de 170 millones de dólares. Asimismo, significó la primera película en animación 3D de Scorsese a sus 69 años, y también su primera película hecha para un público infantil, después de haber entrado y salido de las historias de gángsters y de las ambiciosas reconstrucciones históricas de periodos claves de la historia norteamericana.
Esta apuesta hecha por este equipo de trabajo, ha tenido su premio tanto en crítica como en taquilla, porque con la película “La invención de Hugo Cabret” (Hugo), lograron cinco premios Óscar en su más reciente edición porque su despliegue técnico, de producción, de recreación, de arte y fotografía, de sonido y efectos especiales, fueron mejores que los demás en competición.
Lo mejor de la película es su tercer acto en el que se revela la manera como Méliès creaba y producía sus películas. Se narra cómo él hacía sus puestas en escena en su estudio de producción e igualmente, como su imaginación aportaba y creaba de manera incansable. Toda la posibilidad visual del 3D está aprovechada para que el público que no conocía la vida y obra de Méliès, reconozca y valore su inmenso aporte al cine, y también para que los cinéfilos puedan deleitarse con estas secuencias preciosistas que rememoran la grandeza de este creador a quien tardíamente se le reconoció que el mundo del cine, no sería el mismo sin sus más de 500 cortometrajes. Scorsese le muestra a la humanidad, el mundo secreto de Méliès, que tenía que ser de esta costosa manera porque él llegó hasta límites que otros nunca pudieron hacer. Ese aplauso se extiende también a la actuación de Ben Kingsley como el orgulloso Méliès.
Sin embargo, el premio para el espectador de poder ver todas estas imágenes, tiene una alta cuota de paciencia debido a que la historia personal del niño Hugo Cabret se vuelve tediosa durante el largo tiempo que le dan en pantalla. Sumado a esto, la poca empatía que tiene el actor Asa Butterfield también vuelve difícil la experiencia, que la saca a flote la impresionante secuencia del choque del tren en la estación en el sueño del niño.
Martin Scorsese ha sido un artista que ha aprovechado su poder económico y su buen nombre para hacer homenajes a otros artistas como mejor lo sabe hacer, con obras cinematográficas para que el gran público pueda percibir las contribuciones de ellos. Así fue como hizo documentales de Bob Dylan, Los Rolling Stones, George Harrison y Elia Kazan. También honró sus influencias del cine italiano en el documental “Mi viaje a Italia” y otro al cine de su país en “Un viaje personal a través del cine norteamericano”. En la actualidad, el turno de sus venias es para Georges Méliès, la más costosa de todas. Larga vida a Martin Scorsese, para que pueda hacer más homenajes a quienes lo merecen.
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