(Escrita el 12 de febrero de 2008)


Al hacer un recuento de las obras cinematográficas hechas acerca de esta guerra, que son muy costosas, la gran mayoría de estas retratan por una parte el heroísmo de los combatientes y por otro los dolores que pasaron los soldados enviados incluso en enfrentamientos entre ellos mismos, pero pocas veces se ha hablado del trasfondo comercial tanto lícito e como ilícito que tuvo este prolongado conflicto armado. En medio de esto aparece el protagonista, Frank Lucas, quien como buen empresario norteamericano descubre la manera de obtener un producto de alta calidad a bajo costo, para venderlo a un precio aún más bajo que sus competidores. Aunque esto suene a una práctica normal en el mundo empresarial de la globalización, lo que cambia en American Gángster es que este comercio se hace con heroína y lo hace un hombre afroamericano a finales de los años sesenta, lo cual convierte al relato más interesante en su presentación, porque su personaje no es el prototipo del afroamericano con dinero, ruidoso y excesivo, sino el de un hombre de bajo perfil que no muestra todo su poder, que se preocupa por su familia y que cuida a la gente del barrio Harlem en Nueva York. Es todo un golpe, aunque tardío, a la doble moral norteamericana.
Desafortunadamente cuando la obra trata de convertirse en un duelo de integridad entre Frank Lucas y su perseguidor, el incorruptible policía, Richie Roberts (Russell Crowe) ahí es donde la película empieza a perder su identidad y a recordar a otras ya memorables. Es inevitable pensar en el duelo de gigantes que tuvieron Al Pacino y Robert De Niro en Heat de Michael Mann, que tuvo mucho más estilo de dirección que esta, o en la honestidad de Serpico de Sydney Lumet en la que vimos también a Pacino luchando contra una gran red de corrupción interna de la policía.
Ridley Scott es un director muy experimentado, quien ahora ha tenido en este guión en una oportunidad para demostrar muy bien sus habilidades, especialmente en la ambientación que tanto recordamos de otras obras importantes como Los duelistas o Gladiador. Es cierto que sus últimas películas Un buen año, El reino del cielo y Los impostores que aunque no fueron nada trascendentales, si fueron muy bien realizadas, pero con American Gangster demuestra que a sus setenta años es uno de los directores que mejor cuenta las historias de gran envergadura, con exploración del temperamento de sus personajes y la relación con sus mundos. No estará a la altura de sus obras más recordadas, pero deja ver sus destrezas nuevamente con toda la reconstrucción de finales de los años sesenta y comienzos de los setenta.
Es recomendada para quienes quieran ver una película muy bien contada, pero no para quienes esperan que sea una película merecedora de premios Oscar o de otros premios.
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