La película original de Karate Kid en 1984 cambió la vida de la gran mayoría de los involucrados en su creación. El actor Ralph Macchio quien interpretó a Daniel LaRusso se convirtió en uno de los actores juveniles más importantes de los años ochenta. Noriyuki “Pat” Morita con su papel del señor Miyagi, se inmortalizó en el cine de Hollywood con este rol.
La actriz Elisabeth Shue demostró que además de su belleza era una actriz con mucho potencial actoral, tanto así que ganó el premio Oscar en 1995. Su director John G. Advilsen después de tres grandes fracasos con La fórmula, Vecinos y Una noche en el cielo, levantó nuevamente su carrera y recuperó su fama. Y el guionista Robert Kramer consolidó su carrera como escritor durante esa década. Todo esto lo lograron porque El Karate kid se convirtió en un notable ícono de la cultura popular de mediados de los ochentas, con características innegables como un sólido guión, una acertada dirección y un grupo de buenos actores. Contaba la historia de un joven que llegaba a California y debía aprender karate para enfrentar a un grupo de jóvenes violentos que practicaban esta disciplina, mientras se debatía también por el amor de una chica. En la segunda parte en 1986, continúo el mismo equipo, menos Elisabeth Shue, y lograron un capítulo interesante con un viaje al Japón natal del señor Miyagi y de Daniel. Pero en la tercera parte sus cuatro grandes líderes, hicieron la peor de las sagas, sellando casi para siempre la saga en 1989. Sin embargo esta mala experiencia dejó a Morita y a Kamen todavía con el anhelo de repetir algo de su gloria, y en 1994 hicieron el cuarto capítulo de la serie cinematográfica, el cual también fue un gran fracaso y que dejó como única sobreviviente a Hillary Swank una naciente actriz quien 10 años después ganó el premio Oscar por su capacidad física pero también por su inolvidable interpretación en Million Dollar Baby. Con estos antecedentes, fue clara la evidencia que esta leyenda de los ochentas era mejor dejarla intacta con sus dos primeras partes y olvidar las dos últimas. Pero pudo más la megalomanía del famoso matrimonio de Will Smith y Jada Pinkett para utilizar como un refrito más la popularidad de la película original, para lanzar al estrellato a su hijo Jaden Smith.
La película es insoportable de comienzo a fin. Primero, por todos los clichés forzados que utiliza en sus personajes, con Dre Parker el niño protagonista exageradamente desadaptado, con Sherry la madre histérica y gritona, con Cheng el niño antagonista que es malo porque sí y por último, con el maestro olvidado. Precisamente, da tristeza el lamentable papel de Jackie Chan como un conserje silencioso, su actuación está más cerca de la lástima que de la humildad, que era la pretensión que tenían con su personaje. En segundo lugar, la película copia descaradamente en la gran mayoría de construcciones dramáticas y detalles de la original. Hasta la patada de la grulla que hizo tan famoso el final de la primera, esta vez la cambiaron por la patada de la cobra, pero asemejándose más a la patada de un videojuego que es exagerada y poco creíble. También es demasiado frívolo el acercamiento con la cultura china que se asemeja a un flojo video aficionado. Había más intención en la mediocre dirección del holandés Harald Zwart en exaltar la figura de Jaden Smith, que en hacer un acercamiento a los elementos característicos de la milenaria cultura china. La gran mayoría de tomas de contexto son paneos rápidos, zooms abruptos, tomas cortadas en la edición, que más se asemejan a un videoclip de turismo que a una película de encuentro entre dos culturas. Su propuesta rítmica de montaje es ordinaria y la espectacularidad que quieren darle en la secuencia final del enfrentamiento, produce el efecto contrario que es el de la risa no esperada.
El karate kid versión 2010 es una muestra notable de la mediocridad del cine de temporada, de irrespeto a obras que calaron en la cultura popular, con la que se pierde ese encuentro interior del joven con el adulto que hacia Daniel Larusso en su viaje iniciático en las artes marciales, y que en esta versión con Dre Parker tratan de convertir a un niño en un hombre de espectáculo. Tanta ramplonería incluso hace perder buenos momentos que tiene la película como la historia de amor que cuentan las marionetas chinas y el secreto oculto que tenía Mr. Han (Jackie Chan) que son arruinados en su conclusión, el primero con un beso público en un telón grande y el segundo con una cascada de lágrimas de Jackie Chan.
Incluso la música que acompaña la obra suena forzada con la versión que hace Red Hot Chili Peppers de Higher ground, el clásico de Stevie Wonder, el ininteligible fragmento de Back in black de AC/DC y la versión remix de Dirty Harry de Gorillaz. El niño Jaden Smith tiene madera de actor, ya lo demostró junto a su padre en En busca de la felicidad, pero con tantas monerías que lo obligan a hacer, no se gana al público, más bien causa rechazo. También hay encanto en la actriz Menwen Han quien interpretó a Mei Ying, la niña de la que se enamora el personaje Dre Parker. Es lo poco que se salva de este naufragio de película en sus decepcionantes dos horas y diez minutos. El auténtico señor Miyagi, puede estar revolcándose en su tumba después de esta reciente afrenta.
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