El cuadro de premiación del festival de cine de Cartagena en su versión número 48 no dejó grandes satisfacciones en cuanto a galardones. Hubo películas que dejaron grandes huellas, pero igualmente hubo muchas que decepcionaron, después de una gran expectativa que habían despertado en festivales anteriores.
En primer lugar se esperaba mucho de la última obra de Lisandro Duque, uno de los más experimentados y reconocidos autores cinematográficos colombianos con su película “Los actores del conflicto”. Su estreno estaba reservado para realizarse en el festival y además coincidía con el duro momento que el país estaba atravesando en estos días respecto a su situación diplomática con los países vecinos por las incursiones militares en territorio ecuatoriano para atacar a las FARC. Pero la respuesta al conflicto con la propuesta de Duque no fue satisfactoria. Aunque planteó una salida por medio del arte, esta se convertía en momentos en un relato poco creíble y débil ante una realidad tan abrumante. Esta llena de buenas intenciones, pero estas son muy frágiles. Aunque el propio Duque hizo la aclaración de que la película se terminó de realizar hace cuatro años, su aporte en términos generales es muy efímero.
En cuanto al palmarés los aciertos estuvieron más en la crítica especializada y en los cineclubistas que en el propio jurado del certámen. La ganadora fue la comedia portorriqueña “Mal de amores” que en su guión tuvo un buen desarrollo y una dirección muy acertada, especialmente en las escenas en la mesa de Dorita, pero estos no daban para llevarse tantos merecimientos tanto en las categorías de mejor película como en la de mejor guión. Sin lugar a dudas contó con el agrado del público caribeño del festival, quienes sintieron que esa historia podía contarse fácilmente en el norte de Colombia, por las situaciones y la soltura de los personajes, pero que en una balanza artística estaba por debajo de otras obras muy superiores que se exhibieron.
El premio de mejor opera prima para la argentina Lucía Puenzo fue muy poco para la grandeza que exhibió su película “XXY”. Su tratamiento de la temática del hermafroditismo en una niña de 15 años fue riesgoso, pero al mismo tiempo singular. El escenario solitario como el exilio con sus padres para evitar el contacto y daños de sus congéneres creo un ambiente propicio para dejar que la directora y guionista, llevara el relato por el camino que ella quisiera, sin necesidad de concesiones narrativas. Las escenas de mayor clímax son absolutamente tensionantes y hacen de esta una obra totalmente sorprendente, cuando en el cine hacer esto, es hoy en día toda una proeza. Un tema espinoso pero tratado con una sensibilidad que muestran a una realizadora con una gran compasión. Con mucha justicia eso si, su protagonista Inés Efrén se llevo la categoría de mejor actriz.
El otro premio que quedó chico fue el de la crítica especializada para la película brasileña “El año que mis padres se fueron de viaje” de Cao Hamburguer, en la que se contaba la historia de las dictaduras de Brasil desde el punto de vista de un niño a quienes sus padres le abandonan y al mismo tiempo le dicen una mentira con un falso viaje de vacaciones para encubrir una persecución política de la que son víctimas. Esta cargada de emociones encontradas: alegría y nostalgia, rabia y euforia, soledad y amor. Brasil la eligió para que la representara en los premios Oscar y fue una decisión muy acertada. La recreación de Brasil en 1970 en vísperas de obtener su tercera copa en el mundial de fútbol en México es uno de sus grandes puntos a favor, junto a las actuaciones allí desplegadas, especialmente las de los niños.
El otro premio que quedó chico fue el de la crítica especializada para la película brasileña “El año que mis padres se fueron de viaje” de Cao Hamburguer, en la que se contaba la historia de las dictaduras de Brasil desde el punto de vista de un niño a quienes sus padres le abandonan y al mismo tiempo le dicen una mentira con un falso viaje de vacaciones para encubrir una persecución política de la que son víctimas. Esta cargada de emociones encontradas: alegría y nostalgia, rabia y euforia, soledad y amor. Brasil la eligió para que la representara en los premios Oscar y fue una decisión muy acertada. La recreación de Brasil en 1970 en vísperas de obtener su tercera copa en el mundial de fútbol en México es uno de sus grandes puntos a favor, junto a las actuaciones allí desplegadas, especialmente las de los niños.
La otra película de trascendencia fue la mexicana “La Zona” de Rodrigo Plá. En ella se expuso el tema de la intolerancia por medio de un castillo impenetrable construido por unos residentes elitistas que llevan sus ínfulas hasta niveles deshumanos y sangrientos. Portentosa en su propuesta como punto de partida, pero nada distante de las realidades de países latinoamericanos donde los desniveles entre ricos y pobres son mayores e incluso ofensivos. Esta propuesta es uno de los bastiones en los que se sostiene “La Zona”. El escenario podía ser cualquier capital latinoamericana donde los pobres tratarán de sonsacar algo de dinero a los ricos y estos se defenderán con armas a las intromisiones de los otros. Su director Rodrigo Plá fue galardonado con la estatuilla a mejor dirección.
Destacaron también aunque en menor cuantía películas como “El hombre de Arena” de España, un relato de liberación en un hospital psiquiátrico durante la dictadura franquista. La brasilera “Prohibido Prohibir” de quien su actor principal Caio Blat se llevó el India Catalina en la categoría de mejor actor, una visión reivindicante de la juventud brasilera, alejada de los estereotipos de los chicos malos y pendencieros.
Una gran sorpresa fue “El cobrador” de Paul Leduc, que aunque estuviera desconectada narrativamente, fueron muy sugestivas sus escenas especialmente en el mundo del subgénero de la acción. La suma de actores internacionales que muchas veces no sale bien librada, en esta obra si logra hacer una presencia llamativa porque tiene un claro discurso de subversión, desarrollado en escenarios diferentes, tanto cargados de belleza y como de crueldad. Mucho tienen para robarle las películas de acción y de espionaje de Hollywood. Difícilmente hubiera ganado el festival, pero es una obra necesaria en un evento como este. Mención aparte merece la participación de Peter Fonda como el antagonista de lujo. Toda una lección para todos aquellos productores que contratan en sus superproducciones a ciertos actores de prestigio, para sobrellevar la carga del protagonista, pero difícilmente puede superarse tanto estilo. Fonda es en definitiva un actor solemne.
Más que justo el Premio India Catalina a la mejor película colombiana a “Satanás” de Andy Baiz, que sin duda fue la mejor película del año en nuestro país. Alejada de folklorismos y de la risa fácil de otras que estuvieron en cartelera que esperaban que su gran taquilla fueran suficiente para ganar el premio. “Satanás” está mucho más cercana a hacer ostensible un punto de vista oscuro de las sociedades que presionan a ciertos seres que finalmente terminan por estallar y arrasar con todo lo que encuentran a su alrededor.
Por el lado de las decepciones estuvo en primer lugar la película uruguaya “Matar a todos” de Esteban Schororoen. Su hilo conductor de una investigación fue parsimoniosa y dio demasiados rodeos para llegar a su última verdad y recibió varios premios que pudieron caer en otras manos. Asimismo, la versión romántica del izquierdismo en “Postales de Leningrado” de Mariana Rondón, muy bien lograda en su dirección artística pero con un guión que peca de exceso de romanticismo
En la muestra de cine internacional sobresalieron obras como “Tropa de Élite” de Jose Padilha, que venía de ganar el Oso de oro en el festival de cine de Berlín. Su propuesta impactante y agresiva en la que se vuelve a mostrarse la cruda y difícil realidad de las favelas en Rio de Janeiro, se centró en esta ocasión en el fortín de honestidad que tienen que defender los integrantes del BOPE, el Batallón de Operaciones Policiales Especiales no solo contra el crimen organizado, sino también contra la propia corrupción en la policía. Muy valiosa fue la presentación de “Cometas en el cielo”, una producción afgano – estadounidense, dirigida por el reconocido Marc Foster (Monster´s Ball) y con toda una producción de gran capital, que tuvo entre sus tantos aciertos el uso de las lenguas darí y pastún, los idiomas propios de Afganistán. Una mirada nostálgica y respetuosa a las costumbres del golpeado pueblo afgano, víctima de tantas invasiones. Se caracterizó por ser un canto a la amistad, la tradición, la poesía y la protección.
Pero en esa muestra también hubo otras decepciones como “La fiesta del Chivo” del peruano Luis Llosa, donde en su narración cinematográfica se desperdició todo el recurso narrativo que usó Mario Vargas Llosa en su novela. Además el reparto internacional desmejoró su narración, caso contrario a “El Cobrador”. Aunque su fotografía es sobresaliente no ayuda a mejorar la obra en general.
Finalmente, los invitados de peso a Cartagena como el director Alain Corneau, representante de Francia, el país invitado al festival y el veterano actor norteamericano Ben Gazzara, quien estuvo en la première de su película “Buscando a Palladin” lograron con su presencia, elevar el nivel de este festival. Sus ruedas de prensa se caracterizaron por su sencillez y fueron un gran aporte al espíritu cinematográfico que engalana a Cartagena con su ya reconocida fiesta anual.
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