(Escrita el 24 de febrero de 2010)
Decepcionante, aburrida, predecible y hasta risible son adjetivos con los que se puede calificar a El hombre lobo una película que pretendía aterrorizar a los espectadores, pero que al final solo deja una pesada sensación de hastío.
Empecemos por su primer gran desacierto: Benicio del Toro. El puertorriqueño ha sido un actor que ha demostrado con creces sus habilidades actorales protagónicas en películas de alta factura como 21 gramos, Traffic, Snatch y Che. Incluso dejó huellas indelebles como actor secundario en otras obras, como Los Sospechosos de Siempre, Sin City, The Pledge y Basquiat.
Sin embargo en este rol protagónico que complementó con su nueva faceta de productor, las características de enigma, desvarío y turbulencia que suele mostrar con mucha facilidad, no fueron las adecuadas para su rol de Lawrence Talbot, el hombre que por un ataque y una mordida de un hombre lobo comparte la doble personalidad de humano y bestia. Y no es que fuera el actor equivocado para hacerlo, el gran problema radicó en la época y lugar del contexto desarrollado. Este relato está ubicado en la Inglaterra victoriana con todas las costumbres de la época muy marcadas, con escenarios, vestuario y sombreros, los cuales reconstruyen con cierto detalle y que le encajan a todos, menos a su protagonista. Anthony Hopkins y Emily Blunt por ser ingleses, responden a este requerimiento pero solo por inercia, no por buenas actuaciones, el camaleónico actor australiano Hugo Weaving lo logra sin inconvenientes por su destreza, pero Benicio del Toro, por más historial de educación en Estados Unidos que tiene su personaje, no logra entrar en todo este desgastante acoplamiento. La película cae en el viejo “star system” de los estudios de Hollywood que trata de acomodar la historia a su protagonista. En un contexto moderno con un hombre lobo más urbano, Del Toro podría demostrar todas sus dotes por su perfil interpretativo inestable, pero las costumbres inglesas refinadas no van con él. En cambio en una película tan callejera como Snatch que Guy Rithcie hizo en las calles de Londres con gángsters, apuestas y venganzas, encajó muy bien y su interpretación fue incluso graciosa.


The wolf man es una película que no logra el primario objetivo de entretener, ni mucho menos hace el esfuerzo por explorar las dualidades del alma humana que si lograron otras películas de los años ochenta, como Aullido y Un hombre lobo americano en Londres que en sus escenas de choques y desencuentros, contaban el tormento de sus personajes marcados por el oscuro destino de la doble personalidad.
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