(Escrito el 26 de enero de 2010)
Sherlock Holmes es una película que por encima de la carga publicitaria que tiene, lo cual a veces es sospechoso, logra dejar al espectador con un buen sabor después de verla. Últimamente tanto mercadeo convierte en equívoca la calidad del cine de Hollywood que se espera ver después del bombardeo promocional, pero esta obra del recuperado director inglés Guy Ritchie deja la sensación de querer repetirla otra vez para revisar su narrativa, sus punzantes diálogos y sus soberbias escenas de acción, todo en aras del entretenimiento puro.
En más de 110 películas para cine y 80 para televisión, ha sido visto el personaje de Sherlock, creado por Sir Arthur Conan Doyle en 1887, que lo ha convertido junto a Tarzán y Drácula, en uno de los personajes con mayor número de caracterizaciones en las pantallas. Reconocidos actores británicos como Christopher Plummer, Nicol Williamson, Peter Cushing y Christopher Lee, han sido algunos de sus intérpretes más famosos, que han ayudado a erigirlo como el detective más famoso de la ficción. Su poder de observación, sus precisas preguntas y su desarrollada habilidad para la deducción son algunas de las notables características que lo particularizan. Ni siquiera personajes detectivescos como Hercules Poirot creado por Agatha Christie o August Dupin, el pionero de los detectives novelescos, inventado por Edgar Allan Poe, llegan al reconocimiento mundial del detective inglés.
Después de tantas versiones representadas que han agotado al personaje, los guionistas Michael R. Johnson, Anthony Peckham y Simon Kinberg, esta vez le dieron un giro al personaje de Sherlock para una nueva presentación con el público postmoderno, al volverlo desaliñado, depresivo, maníaco y pendenciero. Su comportamiento como dandy que tanto lo ha delineado en la literatura y en las películas anteriores, fue traspasado totalmente a su compañero de investigaciones, el Dr. John Watson. Y para esta nueva interpretación con tantos requisitos solicitados, la selección de Robert Downey Jr. fue la mejor de todas. Downey Jr. es uno de los mejores actores norteamericanos sin lugar a dudas, y nuevamente fue llamado para representar a uno de los íconos de la cultura inglesa, lo cual ya había hecho en el pasado con grandes aplausos de por medio, al interpretar a Charles Chaplin el genio del cine mudo, en una película dirigida por el especialista en este tipo de subgénero, Richard Attenborough. Su histrionismo, pero también su silencio, su habilidad física y también la seriedad de su impuesto acento inglés, aseguraron la firma para la producción de la segunda parte, que además de la acertada decisión en el casting, tuvo otro notable acierto al llamar a Guy Ritchie, para dirigirla. Esta es su primera película por encargo, asunto que resolvió con gran altura al demostrar habilidad para la narración, la elipsis y la acción en espacios reducidos. Esta vez la solicitud requería una puesta en escena en espacios grandes para los momentos de acción, que logran dejar una huella propia en esta nueva versión de Sherlock Holmes.
Guy Ritchie, reconocido por su estilo personal para la acción, había quedado en gran deuda con el público por la mala racha de películas como Rock´n´rolla y Revolver, pero aún más grande era la deuda, después de haber hecho en 2002 la peor película de su filmografía: Barridos por la marea (Swept Away) que hizo junto a Madonna, cuando eran pareja. Ahora Ritchie sin Madonna y sin guión propio, da un gran paso y se reivindica por completo al exhibir una película que se degusta también por los duelos de palabras de Sherlock y Watson, a quien representa finamente Jude Law. Este personaje en ningún momento queda a la sombra de Sherlock como en otras películas, sino más bien, se convierte en su polo a tierra. La recuperación de Irene Adler (Rachel McAdams) como la mujer que le propinó la única derrota a Sherlock en el relato original de Conan Doyle, también aporta un elemento de desequilibrio a la trama de la película, que aunque dure dos horas y media, estas no se sienten. Eso si, a pesar de los cambios introducidos a los personajes y a la historia, al final Sherlock mostrará una vez más sus habilidades de deducción para desenmascarar a su adversario Lord Blackwood. Si no lo hiciera, dejaría de ser el detective más famoso.
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