(Escrito el 5 de octubre de 2009)
Películas como Primer de Shane Carruth (E.U.), REC de Jaume Balagueró (España) y The Host de Joon-ho Bong (Corea del sur) entre otras, han sido largometrajes que en la mezcla de ciencia ficción con cine fantástico, han dado mucho de que hablar por proponer historias que por encima de la tecnología hacen reflexiones acerca del comportamiento del ser humano con el uso de ellas, es decir, en sus deformaciones, aberraciones y destrucciones.
Películas como Primer de Shane Carruth (E.U.), REC de Jaume Balagueró (España) y The Host de Joon-ho Bong (Corea del sur) entre otras, han sido largometrajes que en la mezcla de ciencia ficción con cine fantástico, han dado mucho de que hablar por proponer historias que por encima de la tecnología hacen reflexiones acerca del comportamiento del ser humano con el uso de ellas, es decir, en sus deformaciones, aberraciones y destrucciones.
Distrito 9 del surafricano Neill Blomkamp es una obra que entra en esta categoría de películas que trascienden su género, que desafortunadamente en los últimos años las producciones de los estudios norteamericanos han desperdiciado en filmes de alto presupuesto. Con solo la primera toma Distrito 9 ofrece un inicio tan prometedor en su narración documental, que cuando entra en su segundo acto como narración de ficción, las reglas del juego ya están suficientemente claras y su relato se depura de manera envolvente siendo creíble y mejor aún, emocionante.
Su planteamiento propone la llegada de unos extraterrestres a Johannesburgo, la principal ciudad de Sudáfrica, (menos mal ya dejaron de invadir Estados Unidos en los guiones), quienes sufren una avería y quedan estacionados sobre la ciudad con una inmensa nave, debido a que no encuentran la manera de volver a casa. Muchos de sus ocupantes se encuentran enfermos y en un acto humanitario, las autoridades los aceptan y los ubican en un sector especial llamado el Distrito 9. De ahí en adelante, inicia todo una declaración de organización que luego se transforma en limitación con los “langostinos” como se les llama despectivamente, para que se mantengan en ese territorio, mientras deciden que hacer con ellos. El detonante de la acción se activa cuando las autoridades van a trasladarlos al Distrito 10 que está ubicado a 200 kilómetros de la capital, lo más lejos posible del contacto humano, debido a que se están comportando como seres que viven de la carroña, y que en una analogía, los muestran como tienen que vivir ciertos seres humanos en condiciones de miseria y “rebusque”.
En este punto la información de cómo están organizados los “langostinos” y como se siguen reproduciendo, está muy bien expuesta, y el relato entra en su temática más fuerte que es la discriminación y la avaricia. Los hombres empiezan a mostrar su cara más cruel al encerrar a los recién llegados en una especie de campo de concentración, de los cuales los sudafricanos saben mucho porque en ellos a finales del siglo XIX, fueron retenidos muchos boers (colonos de ascendencia holandesa) por las autoridades británicas en las guerras entre ellos por el control del territorio y las riquezas de la nación africana invadida. En esta parte del relato de Distrito 9 la multinacional MNU que tiene una fachada de organización de derechos de protección con los alienígenas, tiene guardadas unas secretas intenciones con los extraterrestres y en medio de este engaño, se interpone el personaje de Wikus Van De Merwe, un funcionario encargado del desalojo, quien en sus buenas intenciones de hacer el traslado con el menor número de daños posibles, abre un dispositivo que debía mantenerse cerrado. Aquí la obra nos presenta la transformación de Wikus, que retoma el camino del personaje de Gregorio Samsa en la gran novela La metamorfosis de Franz Kafka, solo que esta vez, ese cambio es mediático y la dura realidad de Wikus es expuesta ante toda la humanidad, con toda la ferocidad del denominado cuarto poder.
Esta mirada sudafricana renueva por completo el carácter del anti héroe que encarna Wikus, porque desde su acento especial, sus torpes maneras de moverse e incluso sus chistes flojos, esconde la gran tragedia que esté personaje vive al ser el punto intermedio entre extraterrestres y humanos. La perspectiva de mirar la triste realidad de los extraterrestres en carne propia, da un giro completo al relato, y entra en los pantanosos terrenos de la intolerancia, el abuso y el aprovechamiento. Si algo tiene un poco para reprocharle a esta película es su exceso de violencia en su tramo final, que traza una gran distancia con la creatividad propuesta en su presentación como documental, pero que de todas maneras se justifica con el enfrentamiento del hombre rechazado y atacado por sus propios congéneres, que quieren usar su nueva condición. El genio de Peter Jackson (El señor de los anillos) está en la producción de esta obra que sin lugar a dudas es de lo mejor que se ha visto en años, en la ciencia ficción. Abre preguntas como en su momento lo hicieron otras obras como Gatacca, Doce Monos y Enemigo mío.
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